Si hay algo que no falta en Guatemala son volcanes, eso está claro. Uno de los más famosos es el Volcán Pacaya, el cual todavía sigue en activo y tiene un relativo fácil acceso. En algunas de las zonas más turísticas como Antigua, el Lago Atitlán o incluso en Quetzaltenango tendremos siempre cerca a uno o incluso varios de estos colosos de la Tierra, junto con la posibilidad de subir hasta su cráter o por lo menos contemplarlo de cerca como es el caso del Pacaya. Si nunca antes se ha visto un volcán de cerca como era nuestro caso, valdrá la pena sentir retumbar la tierra bajo tus pies.
El Volcán Pacaya se sitúa cerca de Amatitlán, a unos 50 km al sur de Antigua y Ciudad de Guatemala, aunque es San Vicente Pacaya el pueblecito que reposa en sus faldas y sufridor de sus últimas erupciones. Forma parte del Arco volcánico Centroamericano que recorre la costa pacífica durante casi 1500 km desde Guatemala hasta Panamá aunando una serie de volcanes que van hasta los 4000 m de altura. Ha estado activo desde 1965 cuando despertó tras un largo letargo y desde entonces, ha tenido algunas erupciones considerables en 1987, 2010 y 2014. Su actividad es principalmente stromboliana, con expulsión de gases, cenizas, explosiones de magma y rocas. Así mismo, fue declarado Parque Nacional en 1963.
Cómo llegar al volcán Pacaya
Tanto desde Antigua como desde Ciudad de Guatemala se puede llegar hasta San Vicente Pacaya en unos 60 min de coche. Nosotros como la gran mayoría de visitantes, decidimos contratar una de las tantas excursiones que se ofrecen desde Antigua, en la que ya está incluido el transporte y el guía por 60 GTQ por persona. A esto hay que añadirle la entrada al parque, otros 50 GTQ.
Lo más fácil y rápido es enrolarnos en una de estas excursiones que nos ocupará mediodía. Hay dos distintos horarios: la de mañana sale a las 6h para volver sobre las 13h y la de tarde sale a las 14h para volver a las 20h. Qué horario es mejor? Todo depende de la climatología del día, pero las dos tienen cosas buenas. Por la mañana por lo general suele estar más despejado, aunque hay días con neblina abundante. La de tarde en cambio, nos puede regalar unos atardeceres fantásticos. Nosotros nos quedamos finalmente con la segunda.
Subida al volcán Pacaya
Con sus 2600 m la forma cónica del Pacaya constituye la imagen que todos hemos dibujado alguna vez de pequeños cuando imaginábamos un volcán. Hoy en día tras su actividad en las últimas décadas, está totalmente prohibido subir hasta su cráter y tan sólo es posible llegar hasta la ladera llena de lava solidificada desde donde se ve la vista más cercana de la cima.
La entrada al parque se sitúa en lo alto del pueblo, en un camino solitario donde llegan las furgonetas con turistas desde Antigua. Una caseta nos da la bienvenida para pasar por caja y por si alguno no le apetece pegarse la caminata, existe la posibilidad de subir a caballo pagando una pequeña fortuna. Hay que «echarle un par» y comenzar a subir por el camino polvoriento para llegar al volcán en unos 90-120 min según la persona.
Antes de comenzar nos asignaron un guía, el cual suele ser alguno de los habitantes del pueblo. Más que los datos característicos del volcán en sí, nos resultó interesante escuchar de primera mano como ha sido la vida allí cuando este en cuestión ha tenido una fuerte erupción. Nos resultó curioso saber que todas las antenas que veíamos a nuestro alrededor fueron calcinadas con las últimas lavas de 2014 y de nuevo puestas por las empresas de telefonía y el gobierno. Sin embargo, nos contó que España envió dinero para la ayuda de los habitantes y de ese dinero nada más se supo. Poderoso caballero es Don Dinero! Por supuesto importa más tener una antena colocada bien alta y que no nos falte cobertura en donde sea.
La primera hora de subida por el serpenteante camino se hace pesada, debido sobretodo al calor que suele hacer y al polvillo mezclado con ceniza que se levanta al caminar. Se suda la gota gorda subiendo por la ladera de lo que a simple vista parece más bien una montaña llena de matorrales y vegetación, que todavía crecen poco a poco a día de hoy. El camino en cualquier caso se hace ameno, hablando con unos y otros. No sólo extranjeros lo visitan sino también muchos nacionales, entre ellos un grupo de guatemaltecos a los que nos unimos en conversación.
A cierta altura comenzamos a ver por el costado “autopistas” de lava solidificada de color negro que prácticamente llegan hasta la base del volcán. Nuestro guía nos indicó que la erupción de 2010 se llevó la vida de un reportero que fue de los primeros en llegar al lugar y hubo bastantes heridos y damnificados en el pueblo.
Al cabo de un rato llegamos a un mirador desde donde vemos por vez primera y bien en frente nuestra la figura del Pacaya. El día nos acompaña y no hay ni una nube alrededor, además podemos observar como el volcán no para de sacar una gran cantidad de humo. El paisaje se torna desolador pasando del verde amarillo al negro casi de golpe. Toda esta parte esta literalmente “pelada” y las rocas volcánicas y la lava solidificada lo ocupan prácticamente todo.
Nos quedan nos 25 min para llegar al campo de lava más reciente. Cuando llegamos lo bordeamos y nos damos cuenta que el apilamiento de rocas y demás, cubre sobradamente nuestras cabezas por encima de los dos metros. Resulta fácil imaginarse una gran lengua de lava incandescente que arrasa con todo por este costado del volcán. El guía nos indica que antes del 2014 todo esto era un tupido bosque y por delante se llevó árboles, animales y todo lo que había hasta entonces.
Ahora se puede llegar hasta esta zona para realizar una de las «frikadas» que hay que hacer sí o sí. Alguien saca una bolsa de “nubes” de golosina y el guía nos muestra como cocinarlas al instante. El calor que desprende cualquier hueco entre las rocas, es suficiente para dejar la nube «blandurria» y jugosa, la cual enganchamos a los palitos que tenemos a modo de tenedor.
El volcán no para de sacar fumarolas y comienza a refrescar, es la hora de la vuelta y bajar por donde hemos subido, aunque todavía nos queda disfrutar de un magnífico atardecer. Desde el mirador por el que habíamos pasado antes nos despedimos de la magnífica vista del Pacaya y damos la bienvenida a otros tres gigantes de Guatemala. El Volcán de Agua (sí, el mismo que se impone al lado de la ciudad de Antigua), el Acatenango y el de Fuego se encuentran a una distancia considerable desde aquí, pero suficiente para poder verlos a simple vista en un día como el de hoy.
Conforme vamos bajando empezamos a escuchar el rugido del Pacaya y la Tierra tiembla bajo nuestros pies, algo normal en esa zona pero sorprendente para nosotros. A la vez el Sol cae justo en frente nuestro y la imagen es simplemente espectacular. Tres volcanes en el horizonte y uno detrás nuestro que sigue haciendo de las suyas. En un momento dado podemos ver incluso la lava que cae por la ladera del Volcán de Fuego a lo lejos.
Llegamos ya bien a oscuras a la base bastante cansados pero con el deber cumplido. Nos queda todavía el trayecto hasta Antigua y nos vamos con la sensación de haber conocido una parte importante de este país, uno de los que tiene más actividad volcánica del mundo, Guatemala!
Escribes muy bonito. No tenía posibilidad de estar en este sitio, pero sí que podía viajar a otros sitios interesantes. De todas maneras gracias por compartir los hermosos lugares y buenísimas fotos! Mucha suerte con el blog, me gustar mucho leer los artículos tuyos, te espero ansiosa en los próximos posts interesantes!
Hola! Muchas gracias por el comentario y tus palabras. Gracias por pasarte por aquí.
Un saludo!
Robert y Ely