Shark Wall & Arena: Buceando con tiburones en Bahamas

Una de las razones por las que visitar Bahamas a parte de sus playas, era conocer sus fondos marinos practicando uno de nuestros hobbys, el buceo. Sin duda en la isla de New Providence están algunas de las mejores inmersiones del país y la célebre inmersión con tiburones que realiza el centro de buceo Stuart Cove’s. Bahamas es hoy en día un paraíso para los amantes de los tiburones, pudiéndose observar varias especies de una manera relativamente fácil: tiburón tigre, martillo, toro y tiburón de arrecife del Caribe todavía pueblan sus aguas.

Además este país se ha convertido en uno de los siete santuarios mundiales junto con Maldivas, Honduras, Tokelau (Nueva Zelanda), Palaos (Micronesia), Dominica e Islas Marshall, donde no existen anzuelos dañinos para los escualos. En estos territorios está expresamente prohibida la caza indiscriminada de estos animales, que han visto diezmada su población en los últimos 50 años, dando muerte a millones de ellos cada año en todos los mares y océanos. Cuando acabará esta locura por una maldita sopa de aleta? No lo sabemos, pero desde aquí nos gustaría denunciar esta problemática y animar a todo el mundo a apreciar a estos animales que llevan más de 400 millones de años en la Tierra y son indispensables en la cadena trófica.

En nuestro segundo día en Nassau, aprovechamos para realizar una primera visita rápida por la mañana a lo largo de su calle principal, Bay St. A la hora acordada a media mañana, un mini bus de Stuart Cove’s nos recogía puntualmente en la plaza situada frente al puerto, para llevarnos hasta el centro de buceo. Nos esperaban dos bonitas inmersiones con luces y sombras en una tarde donde brillaba el Sol y las condiciones eran excelentes.

Salimos de Nassau y durante casi una hora de trayecto fuimos bordeando la isla y recogiendo a gente que se alojaba en hoteles espectaculares, con todas las de la ley. El destino final era el muelle donde está el centro de buceo, situado cerca de un pueblo llamado Adelaide en el suroeste de New Providence. El camino se hace corto ya que se puede ir disfrutando de las maravillosas vistas de la solitaria costa y las casas al borde del mar, auténticas mansiones.

Nada más llegar recorrimos el pequeño muelle de madera del que disponen, situado en una marina con varios barcos rodeada de vegetación, la verdad que el lugar está muy chulo. A partir de aquí vinieron las “sombras” y algunas de las cosas que no nos gustaron. Teníamos hecha ya la reserva de ambas inmersiones que cuestan ya 170 dólares, pero el equipo se paga allí y cuál fue nuestra sorpresa al ver que nos cobraban 45 dólares por persona por el alquiler de este!  Jamás en la vida habíamos pagado tanto por un alquiler y suerte que siempre llevamos nuestra máscara, que sino también nos la hubieran cobrado. La organización era muy caótica, encontrándonos en la tienda del centro los submarinistas que acababan sus inmersiones y los que llegábamos a esa hora. Al parecer tienen varios buses y es un ir y venir de gente durante todo el día. Allí lo primero era reglar cuentas y luego ya veríamos, todo muy impersonal, no nos gustó claramente.

Tras pasar por caja recogías el equipo, que eso sí, era de calidad y en buen estado. Tras esto, repartían a todo el mundo en según qué barco. La gran mayoría de gente tomaron otros barcos para realizar inmersiones en otro puntos y finalmente para la Shark Dive seríamos unas 20 personas, incluidos tres niños de no más de 14 años. El mosqueo que llevábamos por el precio del equipo no nos lo quitaba nadie, pero nos moríamos de ganas de meternos ya en el agua. El barco salió a mar abierto y ya nos fuimos preparando. «Ya está? Así “a pelo”? Ni una presentación, ni un “Hola qué tal?”, nos preguntábamos. No es que seamos quisquillosos pero nos gusta saber y mínimamente conocer con quien nos metemos al agua y más si se trata de una inmersión de estas características.

El lugar de inmersión se situaba a escasos 5 minutos de la costa y nada más anclar el barco, por fin alguien se dignó a hablar. Uno de los guías realizó una breve presentación y un briefing basado en la seguridad y en el proceder. No hubo ni una simple pizarrita con el esquema del lugar, aunque sí una muy rápida explicación de los tiburones y animales que veríamos, nada más. Como ya habíamos leído en algún foro aquí el buceo es muy “a la americana”, mucho espectáculo, muchos “wow” y muchos “yeah”. Inmersiones de no más de 40 min sin importar el aire que te quede y como estábamos comprobando, muy de ir a por el “clin clin”, el repique de las monedas.

Las dos inmersiones que realizaríamos estaban en dos puntos prácticamente uno al lado del otro, pero distintos en cuanto a la orografía se refiere:

1ª inmersión Shark Wall

Nada más tirarnos al agua se nos pasó el mosqueo y pudimos comprobar que había valido la pena ir. La visibilidad era excelente y varios tiburones de arrecife del Caribe esperaban ya abajo, pudiendo ver sus siluetas desde la superficie a simple vista. Realmente esta inmersión fue muy bonita y nos encantó. Se trataba de un muro coralino que empezaba a los 10 m y caía hasta la profundidad.

Los tiburones iban y venían sin necesidad de atraerles con nada y se mostraban en todo su esplendor pasándo justo al lado tuyo. El paisaje consistía en una mezcla de coral duro y blando con muchísimas esponjas en forma de tubo. Pudimos ver algunas langostas y morenas así como a muchísimos meros negros y meros de Nassau. El año anterior habíamos ido hasta un lugar recóndito de la Gran Barrera de Coral en Australia para, entre otras cosas, ver los meros patata. Aquí aparecían por todos lados e igual de juguetones que siempre!

         

        

2ª inmersión Shark Arena

Nuevamente en el agua y cercano al punto anterior, descendíamos sobre una plataforma arenosa llena de pequeños montículos de coral. En este espacio se practicaría la inmersión con “feeding”, una práctica no exenta de polémica con gente a favor y en contra. Uno de los guías atraería esta vez a los escualos con cebo mientras que los buceadores nos situábamos de rodillas formando un círculo a verlos pasar.

El tiburón de arrecife del Caribe se encuentra en aguas tropicales del océano Atlántico y por todo el Mar Caribe. Suele medir entre 2 y 3 metros y no resulta peligroso (salvo si haces el canelo claro está…). Los ejemplares que vimos ese día eran en su mayoría hembras, muchas embarazadas y podrían haber unos 50 alrededor del grupo.

La sensación es difícil de explicar pero lo intentaremos. No es que los tiburones estén cerca, sino que tú estás envuelto en una nube de ellos y no dudan en pasarte a toda velocidad e incluso golpearte levemente con la cola. Absolutamente aparecen por todo lados y como principal consigna está el no estirar los brazos ni hacer espavientos, lo demás es fácil, simplemente mantenerte en calma y disfrutar de lo que pasa alrededor. Una auténtica locura!

Tras los 35-40 min de rigor nos ordenan tirar para arriba, pero con la lenta salida de todos los buceadores, nos quedamos apurando los últimos minutos dentro del agua junto con otro chico. Esos momentos de paz sin nadie alrededor y los tiburones más calmados pero aún presentes en la zona, nos supieron como un último regalo para la vista. En un mar tan transparente, ver todas esas siluetas moviéndose al compás te hace sencillamente admirarlos.

Una vez ya todo el mundo arriba, volvimos sin más al centro en un periquete y adiós y muy buenas. A duras penas tuvimos que preguntarle al guía el nombre de los puntos de buceo porque ni los había dicho… Intentamos seguir con la tradición de comprar la camiseta del centro con el que buceamos, pero tras la astillada del equipo y el carácter rancio de los del staff al final desistimos, nos quedamos con simplemente con el recuerdo de aquellos animales con los que compartimos el momento.

Volvimos a Nassau con una sonrisa de oreja a oreja a sabiendas que habíamos hecho una de las inmersiones más bonitas hasta la fecha, ya no sólo por los tiburones sino por el tipo de arrecife que habíamos visto y la variedad de especies. Al día siguiente nos esperaba un vuelo a Gran Bahama donde nos esperaban nuevas inmersiones y aún sin saberlo, veríamos de nuevo a esos reyes de los mares, nuestros amigos los «tibus»!