La huella que dejó Colombia en nuestro curriculum viajero fue grande, más bien enorme y en gran parte merecida por el estilo de vida de muchos de los pueblos que visitamos, como fue el caso de Jardín Antioquia.
En nuestro paso por el país sudamericano en aquel inolvidable #ConarenaSudamerica tuvimos la oportunidad de visitar relajadamente muchas localidades de aquellas que salen en todas las listas de pueblos más bonitos del país o también denominados Pueblos Patrimonio de Colombia.
Por localización, naturaleza, cultura, autenticidad y belleza Jardín Antioquia es una de esas joyas todavía por redescubrir y visitarlas con calma, a nosotros no encantó. Quizás a la sombra de los pueblos del Eje Cafetero, algo más conocidos, esta localidad del suroeste de Antioquia no tiene nada que envidiarles.
La cantidad de turismo que llega a Colombia ha ido en aumento, sobretodo en estos últimos años y merece dar una vuelta de tuerca a la ruta más clásica y acabar en lugares que apenas han cambiado con el tiempo.
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Cómo llegar a Jardín Antioquia
Seguramente sea debido al lugar en el que se encuentra, el hecho que Jardín todavía esté un poco menos trillado por el turismo. Llegar hasta aquí no es costoso, pero sí se requiere de cierto tiempo. Perteneciente al departamento de Antioquia se esconde entre las montañas al suroeste de Medellín, principal vía de acceso aunque no la única.
Desde Medellín
Hacia Medellín salen buses directos cada hora por 26000 COP justo al lado del parque central y tardan unas tres horas. Esta sería la opción más fácil que ofrece la compañía Rápido Ochoa.
Desde Eje Cafetero
Algo más complicado es el acceso viniendo desde el Eje Cafetero como nos pasó a nosotros a la ida, más concretamente desde el archiconocido Salento.
Como en toda Colombia las ciudades principales de cada departamento hacen a su vez de central de transportes entre departamentos y las poblaciones más pequeñas. Así fue el trayecto pasando por Pereira pero sin necesidad de pasar por Medellín y en ruta por poblaciones de montaña.
Salento – Pereira 7500 COP
Pereira – Bolombolo 29000 COP
Bolombolo – Andes 10000 COP
Andes – Jardín 6000 COP
Otra opción más corta, pero que en Pereira no nos la propusieron ya que no habían más billetes, es Pereira – Riosucio – Jardín un camino más corto y directo. En cualquier caso entre la lluvia fina que cae por esas montañas, alguna que otra obra y demás, el viaje ocupa más de media jornada desde el Eje Cafetero hasta Jardín. !No preoucuparse, vale la pena!
Dónde dormir en Jardín Antioquia
Una de las cosas que más se disfrutan en Jardín es su naturaleza y para pernoctar tuvimos la oportunidad de hacerlo en Eco Hotel campestre Kantarrana.
Este hotel regentado por una pareja encantadora tiene dos sedes: una en el mismo pueblo a una calle del parque principal y otra a 4 km a orillas de un río y en plena montaña, donde cada mañana llegan bastantes aves.
La sede campestre donde estuvimos alojados es una casa típica antioqueña decorada de colores vivos y llena de hamacas para descansar. Son habitaciones con baño privado y desayuno bien rico: café, queso y arequipe con tortas. Nos hinchamos a estos desayunos durante el viaje, entran solos.
Como somos unos golosos compramos algunos dulces de arequipe aquí, ya que lo producen ellos mismos y para traerlos de vuelta a España nos vino muy bien al vernir envasados en forma de lechera, muy original para regalar. El arequipe es el dulce de leche tradicional, aunque en Colombia añaden el poder del café y el cacao. !En resumen, está buenísimo!
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Qué ver en Jardín Antioquia
A parte de la belleza de sus calles, lo que hace de Jardín un lugar de retiro escondido son sus alrededores. Al igual que en algunos pueblos del Eje Cafetero, a través de diversas sendas podemos visitar paisajes de un verde exuberante, numerosas cascadas, haciendas cafeteras o reservas naturales de aves.
Parque del Libertador
El punto neurálgico de Jardín es el Parque del Libertador, la plaza principal del pueblo donde también se encuentra la Basílica de la Inmaculada Concepción. El vaivén de gente en sus cafeterías, regentadas por señores con gorro ranchero y «voltiao» es pura Colombia y hará las delicias de los que les gusta la fotografía.
Algo típico son las sillas de madera pintadas de vivos colores que ocupan todas las terrazas de la plaza. También es punto de encuentro por la noche de puestos callejeros y mucho ambiente festivo, sin ser una reunión de guiris que salen de fiesta, sino ambiente festivo tradicional de Colombia, otro rollo.
Callejear y callejear más aún por las calles del alrededor nos dará una idea de la arquitectura del pueblo, lleno de casas bajas encaladas y balcones pintados de colores. Esto es algo de lo que nunca nos cansamos de ver en nuestro viaje por Colombia.
Cueva y cascada del Esplendor
Como comentábamos, en los alrededores del pueblo hay múltiples sendas de todos los niveles. De estas te pueden dar bastante información en la oficina de turismo. Quizá la más conocida sea la que llega hasta la Cueva del Esplendor de unas 3 horas a pie. Esta cueva está agujereada por una cascada que cae a su interior formando una gran poza. El trasluz del Sol que entra por la parte superior hacen de este sitio un lugar mágico.
Por desgracia no pudimos visitarla ya que a finales de 2017 se encontraba cerrada al público por reformas en el camino. También venden tours todo incluído o transporte en Jeep hasta un punto que queda a una hora de camino hasta la cueva. Parecida a esta, está la cueva de los Guácharos, pero ya a 6 horas de camino.
Cascada la Escalera y mirador Cristo Rey
Otra cascada de más fácil acceso es la de la Escalera, no muy lejos del pueblo hacia el noreste. Nosotros aprovechamos para realizar una excursión a caballo a este y a otros puntos junto con Bernardo López, al que conocimos a través de la oficina de turismo.
Este buen hombre representaría esa amabilidad y buena educación colombiana que tanto nos gustó. Junto con él y sus caballos (Gitana, Rosita y Palomo) llegamos hasta la Escalera y también hasta el mirador de Cristo Rey, el mirador principal del pueblo y desde donde se ven unas vistas de todo el valle preciosas.
Cabe decir que para Bernardo sus caballos son su devoción. No es para nada una atracción turística donde los animales dan un paseo tras otro y están a pleno Sol todo el día y ensillados sin descanso. Los animales están en perfecto estado y durante el tiempo que estuvimos con ellos les dimos tiempo de descanso, se alimentaron etc. Todo sin mirar el reloj, allí no hay prisa alguna. El precio fue de 35000 COP.
Camino de la Herrera y La Garrucha
Justo al lado contrario del pueblo hacia el sudoeste, parte el camino de la Herrera entre algún riachuelo y un denso bosque pasando por algunas haciendas. Más o menos a medio camino encontramos la cascada del Amor y si llegamos hasta el final del camino La Garrucha. A este otro mirador se puede llegar mediante un pequeño teleférico.
Reserva Natural Jardín de Rocas
Esta reserva natural tiene la suerte de tener como anfitrión a una de las aves más bellas que hayamos visto. Este no es otro que el precioso Gallito de las Rocas. En Jardín estas aves se pueden observar sobretodo al amanecer y atardecer cuando están más activos en esta zona de bosque nuboso. No hay que perderse la colorida cresta roja que tienen y su gracioso cortejo.
Principalmente por falta de tiempo y porque ya tuvimos la suerte de verlos en el Parque Nacional del Manu (Perú) en este mismo viaje por Sudamérica, no visitamos la reserva. En cualquier caso, si se tiene la ocasión de pasar por Jardín lo recomendamos. Su belleza y el comportamiento del gallito de las rocas andino es una maravilla para los aficionados a la naturaleza.
Qué comer en Jardín Antioquia
La gastronomía que podemos encontrar en Jardín Antioquia es típicamente colombiana, con algunos de los platos que encontramos en muchos lugares: sancocho, menú corrientazo, bandeja paisa... y hay bastantes restaurantes típicos por todo el pueblo.
Si hay dos cosas que nos gustaron de la región y que no vimos en ningún otro sitio, fueron las trucheras y el fiambre antioqueño.
Las trucheras son restaurantes donde el plato estrella claro está, es la trucha en todas sus variantes. Suelen criar en el mismo lugar, siempre cercano a un río o pequeña piscifactoria. Se puede encontrar al limón, al ajillo, asada o con distintas salsas. Las trucheras más conocidas de Jardín son La Argelia, Montemar y la Truchería.
Por su parte, el fiambre antioqueño lo probamos recién traído de casa por Bernardo, el señor de los caballos que mencionábamos antes. El fiambre es un plato envuelto en hojas de banano o bihao y que contiene arroz, chicharrón, carne molida, plátano maduro, arepa, chorizo y huevo. Vamos una bomba calórica que te pone las pilas.
Por otra parte Jardín es un excelente lugar para disfrutar del café en una de sus tantas cafeterias que rodean el Parque del Libertador. Algunas de ellas con un ambiente añejo y tradicional nos encantaron, con máquinas de café que habían dado ya muchos tiros. La Cafetería Cero Cero, Café las Colonias o Café los Andes (donde también puede comprarse café en paquete), son algunos de los lugares donde disfrutar de un buen «tintico».
Y para terminar para los más golosos como yo, no dejéis de pasar por la dulcería Dulces de Jardín, también conocido como La casa de los dulces. Aquí elaboran de manera artesanal todo un sinfín de arequipes, mermeladas, chocolates o dulces de frutas. Todo ello con un montón de ingredientes y productos que en Europa ni conocemos.
Está todo buenísimo y es pecado mortal no pasar por aquí. !Nunca se me olvidará cuando volvimos a España con bastantes kilos de más por todos los arequipes que nos trajimos de Colombia!