A las puertas del desierto del Sahara, la cordillera del Atlas se eleva recorriendo Marruecos, Argelia y Túnez. Carreteras de curvas, frondosos valles y poblados bereberes conforman el paisaje de estas montañas del norte de África.
A pesar de nuestra corta estancia de cuatro días en Marrakech, no queríamos perdernos ver algo más del resto del país. Descartando cualquier posibilidad de ir a Merzouga para ver el desierto, el valle del Draa y todo lo que queda más al sureste de la ciudad y que necesita de varios días, nos centramos en las opciones viables para un día.
Principalmente eran tres las ideas que teníamos en mente: visita de la ciudad costera de Essaouira, el valle de Ourika y sus cascadas o atravesar el Atlas para llegar hasta la ciudadela de Ait Ben Haddou. Finalmente nos quedamos con la última y no nos decepcionó en absoluto, a pesar de ser la más lejana.
Alquilamos un coche a través de la agencia Trocadero Car por 50 euros. Al principio nos planteábamos la opción de ir con algún tour ida y vuelta en el mismo día, pero ya que nos íbamos a meter la kilometrada preferimos ir con calma y hacerla nosotros mismos. La empresa es muy recomendable: tiene coches en buen estado, una buena comunicación via mail y no dudan en ayudarte en todo lo que puedan. A las 7 de la mañana quedamos con nuestro contacto en la Plaza Jemaa el Fna donde nos esperaba con el coche en cuestión, un Fiat familiar. Para facilitarnos la tarea quedamos en este céntrico punto y nos condujo hasta una gasolinera en las afueras en dirección a Ouarzazate.
La carretera N9 es la principal en atravesar la barrera natural del Atlas en dirección al sudoeste del país. Nuestro objetivo era hacer este mini road-trip de un día parando en miradores, pueblos y lo que se terciase hasta la meta final en Ait Ben Haddou, o la propia ciudad de Ouarzazate si nos daba tiempo.
El caos del tráfico en las afueras de Marrakech ya en el exterior de la Medina es considerable pero en cualquier caso, nada que no se pueda arreglar echando un poco de coraje. Ante la duda se mete un poco de morro y listo, pa’lante! Una vez fuera de la ciudad, la N9 nos depara una serie de sobresaltos como animales que se cruzan, camiones suicidas y mil y un vendedores de piedras preciosas salidos de la nada. Todo esto, más las paradas fotográficas e infinidad de curvas hacen que el trayecto sea de casi 5 horas para 190 km y no las 3 horas y 15 min que supuestamente son.
No divisábamos todavía la cordillera de montañas cuando… zasca! Multa al canto! 30 euros a pagar en el momento por pasar a 71 km/h en un lugar de 60 km/h. “60? Pero si lleva todo el rato poniendo 80? Donde está la señal?” Le dijimos al poli… Cojonudo! Detrás de un árbol! A la vista de todo el mundo claro está! Se las saben todas y no dudan en salir en medio de la carretera para tomarte la fotografía con una pequeña camarita. Allí nos engancharon a unos cuantos aunque cabe decir que el resto eran todo marroquíes, no sólo van a por los extranjeros. Mucho cuidado en este trayecto puesto que en todo el día vimos un montón de controles policiales.
Conforme se va subiendo esta parte del Atlas y teniendo en cuenta la época en la que fuimos, pleno Julio, lo que abunda es la frondosidad de los cultivos y los bosques, una imagen que para nada se asociaría con Marruecos en un principio. La ladera que da al oeste es muy rica en vegetación y en invierno no es especialmente calurosa. En esta zona llega incluso a nevar en invierno dificultando el acceso a todos estos pueblos.
Subiendo cada vez más, comenzamos a ver los típicos pueblos construidos en adobe tan característicos de esta parte del país. Varios de estos se sucedían con su nombre en el anonimato pero igualmente bonitos. Llegados a cierta altura, el paisaje cambia y la vegetación desaparece. Barrancos y más curvas se suceden hasta llegar al Col du Tichka (Tizi n’Tichka) a 2260 metros uno de los pasos más importantes de la cordillera, aunque lejos de los 4167 metros del monte Toubkal, el pico más alto del Atlas. Es verano y por supuesto no hace frío, pero la temperatura aquí es agradable y nada tiene que ver con los 40 y tantos grados que hacía en Marrakech.
Cualquiera que recorra esta bonita carretera y se pare en alguno de sus miradores sentirá el acoso de los vendedores de geodas de cuarzo. Cabe decir que las piedras en cuestión son falsas y pintadas a mano y no tienen nada que ver con los verdaderos minerales que hay en las montañas del Atlas. Estos vendedores salen de debajo de las piedras… y nunca mejor dicho!
A pocos km bajando desde el Col du Tichka, se encuentra el desvío de la pista P1506. Esta carretera de grava se separa en este punto de la N9 para volverla a encontrar a pocos km también antes de llegar a Ouarzazate. En su recorrido pasa por los pueblos de Telouet y Ait Ben Haddou. El estado de la carretera hasta pasado Telouet es malo, a pesar que esté en obras desde hace un tiempo. Baches, piedras, gravilla y algún agujero hacen que no se pueda correr pero el paisaje bien merece la pena. Habíamos leído que se necesitaba todoterreno pero yendo con un utilitario con precaución y sentido común se puede hacer perfectamente.
En el poblado bereber de Telouet se puede visitar la kasbah de Telouet que se impone desde una pequeña colina al final del pueblo. La lástima de este y otro monumentos en Marruecos es el pobre estado de conservación en el que se encuentran. Nosotros la vimos por fuera pero nada más. Lo que se recorre a partir de aquí es el Valle de Ounila, con el río del mismo nombre que va haciendo crecer la vegetación a medida que va pasando pueblos.
Todos y cada uno de los pueblecitos que se sucedían eran una amalgama de casas de adobe que colgaban de algún risco o se situaban en los alrededores del río. La vegetación surgía al lado del agua como una una larga serpiente que iba recorriendo el fondo del valle, realmente muy bonito.
Tras un buen rato la carretera pareció mejorar y fuimos llegando poco a poco hasta Ait Ben Haddou, donde el pueblo principal lo forman las casas, restaurantes y hoteles a ambos lados de la carretera. Casi al final está el desvió para la entrada a la ciudad fortificada y ojo! El parking cuesta 5 dirhams y no 10 como el listillo de turno nos quiso hacer creer. Hay un cartel donde lo pone pero si te descuidas ni lo ves.
El ksar de Ait Ben Haddou fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987 y aquí se han rodado algunas películas como Jesús de Nazareth, Gladiator o series como Juego de Tronos entre otras. Se trata de un ksar o conjunto de kasbahs las cuales están circundadas por una muralla y rigen desde lo alto de una colina todos los valles de alrededor. Para llegar hay que cruzar el río mediante unos sacos terreros que están puestos para la ocasión, así que cuidadito con no resbalar y caerse al agua jaja. En pleno Julio el río llevaba poco cauce pero habíamos oído que en otras épocas hay lugareños que te ofrecen cruzar con un burrito, nosotros ni los vimos pero vamos tampoco es realmente necesario.
Dentro apenas viven ya familias y las pocas que hay son las que en la entrada te piden 10 dirhams para la visita y la conservación del lugar. Nosotros en ese momento sólo llevábamos 5 dirhams sueltos y no nos puso pegas También hay unas cuantas tiendas de souvenirs, pero con el calor que hacía en aquel momento no había ni el tato que se parase a mirarlas. Fuimos recorriendo la ciudadela admirando el interior de algunas casas hasta llegar al granero que se encuentra arriba en la cima. Desde aquí se tiene una perspectiva perfecta del río Ounila, la frondosidad que le rodea y también de las montañas cada vez más desérticas del fondo. No sabemos cuantos grados habría pero el calor era terrible y allí no había ni una sombra, estábamos chorreando goterones. Tras nuestra visita a Ait Ben Haddou nos quedamos a comer en el mismo pueblo en Kasbah Valentine para degustar una omelette bereber, un plato que sólo vimos allí pero estaba delicioso.
La idea principal había sido llegar hasta Ouarzazate que se situaba apenas a 30 km de allí y ver la kasbah de Taourirt, principal atractivo de la ciudad. No nos atrevimos finalmente puesto que por el Ramadán, había habido un cambio de horario y resulta que en vez de quedar a las 7 h con el del alquiler del coche en realidad eran las 8 h y habíamos perdido un tiempo estimable. En cualquier caso al final del día nos dimos cuenta que aún así hubiera dado tiempo, pero preferimos no arriesgar.
Ya sólo nos quedaba volver a tomar la N9 tras Ait Ben Haddou y deshacer el camino de vuelta, subiendo las tantísimas curvas que habíamos dejado atrás ese mismo día. Llegamos a la estación de autobuses de Marrakech al atardecer donde de nuevo habíamos quedado con nuestro contacto de Trocadero Car. Había sido una jornada agotadora pero que nos dio una imagen distinta de la caótica ciudad, un Marruecos más rural del cual vimos una pequeña pincelada y nos quedamos con ganas de volver a verlo en otra ocasión.