Everglades National Park: entre alligators, cocodrilos y humedales

Un soleado y nuevo día nos esperaba, esta vez cambiábamos Miami por naturaleza ya que iríamos a visitar el Parque Nacional de los Everglades. Este frágil ecosistema castigado por la urbanización y la agricultura ocupa más de 6000 km2 en el sur de Florida, pero hoy en día sólo representa el 20% de lo que fue en un principio. Fue declarado Reserva de la biosfera por la Unesco en 1976 y Patrimonio de la Humanidad en 1979 y está formado por zonas pantanosas, humedales y manglares que incluyen una variada fauna donde las estrellas son los cocodrilos, los alligators y los manatíes además de serpientes, aves, tortugas y pequeños mamíferos.
Recargamos fuerzas desayunando en el SS Diner 1757 NE 2nd Ave, cercano a nuestro apartamento. El día anterior lo habíamos buscado con el GPS de manera infructuosa y por error acabamos en un barrio no muy halagüeño. De casualidad fuimos a parar esta vez a la puerta y entramos, sin duda una buena recomendación si se quiere disfrutar de un auténtico diner americano. Desayunos contundentes en una antigua barra servida por camareras que hablaban español y parecían sacadas de una película. El lugar es algo retro y está decorado con carteles de varios films, un lugar muy chulo!

Pusimos rumbo hacia el sur para llegar hasta Florida City y Homestead, las dos poblaciones de entrada al este de los Everglades. Es aquí donde está una de las tres principales entradas al parque (abierto de 8h a 17h), el Ernest F.Coe Visitor Center. Aquí es donde empieza la carretera State Hwy 9336 o Main Park Road que cruza todo el parque hasta su extremo sur, llegando al Flamingo Visitor Center. Aquí el mapa más completo y útil del parque nacional.

En la localidad de Homestead, antes de dicha entrada, existe un lugar de visita obligatoria si uno ronda por aquí, el Robert is Here 19200 SW 344th St. Este tocayo mío posee en esta zona agrícola de los alrededores del parque, una granja con un puesto de venta de frutas y zumos de más de 100 años. Aún hoy conserva maquinaria, camionetas y tractores antiguos en perfecto estado a pleno rendimiento y que se pueden ver en la entrada. Los batidos y zumos son palabras mayores y los hay de muchos sabores pudiendo elegir milkshake o smoothie en recipientes inmensos que cuestan a partir de 5,50 dólares, mmmh.

En el centro de visitantes uno puede informarse de todo, con mapas y rangers dispuestos a hacerte diversas recomendaciones. Las distancias son enormes y lo que en principio queríamos hacer en un día vimos que sería imposible: Shark Valley y toda la Main Park Road desde Homstead hasta Flamingo. Finalmente nos quedamos con la segunda opción si no queríamos ir deprisa y corriendo y hacer 100 km de más desde un lugar a otro. En esta página oficial del parque se pueden ver todos los mapas y posibles recorridos tanto a pie, en bici, o en canoa y a nosotros nos resultó imprescindible para organizar la visita al parque.

Saliendo de Miami, la Calle Ocho se convierte en el Tamiami Trail, una carretera que va de Miami a Naples pasando por la zona norte de los Everglades y donde se encuentra Shark Valley con el centro de visitantes del mismo nombre. Aquí existe un paseo asfaltado y en línea recta que recorre durante 24 km los alrededores de zonas pantanosas. Se puede recorrer en apenas 2h 30 min en bici o en pequeños trenecitos. Los alligators reposan a banda y banda del camino sin inmutarse de la presencia humana y es una buena oportunidad para verlos muy de cerca. El otro centro de visitantes se sitúa en la costa oeste ya cercano a Naples, el Gulf Coast Visitor Center.

El ranger nos comentó que igualmente íbamos a ver el mismo tipo de fauna en el recorrido hacia el sur por la carretera principal y no perderíamos tanto tiempo. Desde aquí recorrimos directamente los 62 km hasta Flamingo para llegar a tiempo de alquilar una canoa, ya que cierra a las 15h la caseta del alquiler. Esto era una actividad que queríamos realizar sí o sí. La gran mayoría de gente visita los Everglades en los llamados airboat que con su especie de ventilador gigante se deslizan por las aguas de los alrededores del parque formando un estruendo importante. La mayoría de tours y empresas realizan esto en zonas privadas en los límites del parque, junto con la visita a una “granja” donde te enseñan cocodrilos con mordaza o en cautividad para la foto de rigor, lo cual vemos bastante gilipollez y una crueldad. Mucho mejor verlos en libertad!

Nosotros quisimos huir de eso y poder recorrer algunos de los muchísimos tramos que ofrece el parque en canoa o kayak y esperar a ver que nos deparaba la naturaleza. El parque tiene mucho que ofrecer y la gran mayoría sólo rascamos la superficie con una visión muy sesgada.
Finalmente alquilamos una canoa para dos al precio de 16 dolares para 2 horas y también se pueden reservar por internet aquí. También habían kayaks por 28 dólares o incluso barquitas a motor para recorrer la bahía de Florida desde Flamingo. Para quien le guste la aventura y tenga tiempo, los mejores recorridos en kayak o canoa son el West Lake hasta Alligator Creek y el Nine Mile Pond aunque se tarda varias horas en recorrerlos. O bien se está varios días en el parque, o uno vive allí y tiene un vaca para llevar el kayak de un lado a otro en su vehículo.

Nos hubiera encantado, pero nos conformamos con paletear por el Buttonwood Canal hasta la Coot Bay, recorrido que sale justo al lado de la caseta de alquileres. Nada más comenzar vimos nuestro primer cocodrilo a escasos metros del embarcadero que se diferencia bastante de los alligators por su morro más largo y estrecho. El paisaje era bastante monótono con un estrecho canal lleno de manglares y mucha vegetación a lado y lado, aunque muy bonito. A pesar del esfuerzo valió la pena y era justo lo que buscábamos: naturaleza y silencio sólo perturbado por las malditas barcas que a veces pasaban formando un pequeño oleaje. Ely con su curiosa forma de remar que parecía que acariciaba el agua… pero hacia esfuerzo a su manera, y yo sudando la gota gorda y llevando todo el peso del trabajo jeje!!

No fue hasta la vuelta en la que vimos tres alligators seguidos: dos nadando justo en frente nuestro (cosa que impresiona aunque sean asustadizos) y otro escondido entre manglares. Este último nos llegamos a acercar a él entre la maleza hasta un escaso metro pero cuando estábamos a un click de la foto decidió sumergirse!!

Desde Flamingo echamos un vistazo a la Bahía de Florida desde el mirador que hay, ya que desde aquí se ven en la lejanía los Cayos de Florida que llegan a escasos 100 km de Cuba. Con suerte puede verse algún delfín o manatí aunque se ha de ser bastante suertudo. Desde aquí, tomamos de nuevo la carretera en dirección norte para deshacer el camino aunque esta vez parando en todos los puntos interesantes.

Por el camino pueden hacerse pequeñas caminatas sin dificultad alguna que dan vistas a lagunas o a algunos miradores desde donde observar largas planicies de humedales. Fue en una de estas donde nos ocurrió la gran pifia del viaje. El día que me caí en un lodazal de los Everglades! (Ely: es decir, en pura caca de cocodrilo! jajaja). La culpa la tuvieron una banda de patos que llamaron mi atención y quise verlos más de cerca ya que tan sólo los oía. La laguna donde estábamos tenía una pequeña playa que a simple vista parecía tierra húmeda pero firme a la vez, aunque pude comprobar por mi mismo que me equivocaba… Cuando fui a dar el paso caí hacia los abismos hundiéndome hasta la cintura en un barro maloliente. Suerte que tuve el reflejo de agarrarme a tierra firme y pude salir, pero el mal ya estaba hecho… Ely se tiró riéndose de mí el resto del viaje y necesité 40 minutos para conseguir “limpiarme” como buenamente pude.

Pudimos continuar la tarde entre risas y observar muchísimas aves, sobretodo garzas, un búho muy bonito y muchísimos buitres y águilas. En cualquier caso no fue hasta llegar al Anhinga Trail donde la explosión de flora y fauna llegaba a ser cautivadora. Este recorrido no es que sea recomendable sino que es de visita obligada para hacerse una idea de los Everglades en tan poco espacio. Se sitúa en el Royal Palm Visitor Center, a 6km pasada la entrada del parque. Ya en el parking se dispone de lonas de plástico gratuitas para proteger el coche de los picotazos de la gran cantidad de buitres que hay.

                      

En poco más de 1 km o durante una hora caminando por las pasarelas de este fácil camino, se puede observar un montón de alligators escondidos en los canales rebosantes de agua. Nadando, secándose al Sol o escondidos entre la maleza fue sin duda donde vimos más de estos animales que apenas alcanzan los 2 metros. El paisaje lleno de vegetación en abundancia es muy bonito, también esconde tortugas y un montón de garzas y otras aves que ni cortas ni perezosas, cazarán su presa delante de ti en forma de pescado. Fuimos al atardecer y la luz a esa hora es muy bonita, a parte que los animales están bastante más activos con los últimos rayos de luz.

                      

La verdad es que tras este día completo en los Everglades nos quedamos con ganas de mucho más. Consideramos que el parque está infravalorado para todo lo que se puede hacer y que muchos turistas extranjeros se quedan con la visión del airboat y la foto con el cocodrilo en brazos, pero el lugar es inmenso y ofrece mucho más que eso.

Salimos más que satisfechos y ya tan sólo nos quedaba recorrer durante unas 4 horas la distancia hasta Port St Lucie, localidad de la costa este floridiana donde estaba nuestra siguiente casa. El hambre apretaba e hicimos un gran descubrimiento a la salida del parque en Florida City. Nos pedimos unos «tacos al pastor» de toma pan y moja en Taquería Morelia situado en 961 W Palm Dr, un mexicano auténtico!! Nada de Tex Mex y muy recomendable para matar el apetito a la entrada o salida de tu visita a los Everglades.

 

Al día siguiente cambiábamos de tercio, nos íbamos a visitar Cabo Cañaveral y la NASA, el derrochero de dinero y amasijo de hierros que los Estados Unidos crearon para la exploración del espacio por parte del hombre. Nos esperaba una de patriotismo americano puro y duro!