Cinque Terre: Carácter mediterráneo en Liguria

Italia nunca deja de sorprendernos y para nosotros, siempre ha sido un país de los más completos que conocemos y encima lo tenemos a tiro de piedra. Fuera de las ciudades ya conocidas por todos, aún guarda rincones realmente bellos por los que escaparse para respirar tranquilidad y eso es lo que hemos hecho recientemente durante cuatro días este mes de Enero.

Situada en el noroeste de Italia, esta porción de costa en la región de Liguria y perteneciente a la provincia de la pequeña ciudad de La Spezia posee algunas de las imágenes más bellas del litoral italiano. Declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en 1997 y convertida en Parque Nacional en 1999. Un terreno escarpado y bañado por el mar Mediterráneo que guarda cinco pueblos (las Cinco Tierras: Monterosso al Mare, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore) de gran belleza, con sus casas de colores colgando de los acantilados y sus pescadores faenando en busca del pan de cada día.

Cómo llegar

La región de Liguria se encuentra en el noroeste de Italia, rodeada de Piemonte, Emilia Romagna y Toscana. Génova, la ciudad más importante de la región, queda a 860 km de Barcelona aunque es la ciudad de La Spezia el punto de partida más idóneo para explorar las Cinque Terre. Desde España hay conexiones en barco a Génova y Livorno aunque lo más sencillo es volar a la ciudad toscana de Pisa.

Nosotros nos desplazamos desde Francia en vehículo, atravesando los puertos de montaña que ya nos resultan más que familiares y recorrimos un trayecto de unos 500 km hasta La Spezia. Una vez allí, lo más recomendable es utilizar el tren que para en todos los pueblos, ya que en temporada alta es difícil y caro aparcar. Otra opción es realizar un paseo en barco que deja entrar y salir cuantas veces se quiera y cuesta unos 25 euros (ida y vuelta) pero sólo está disponible cuando no hay mala mar. Al ir en Enero y no haber casi nadie finalmente hicimos todo el recorrido en coche, ya que no tuvimos problema para aparcar y nuestra perrita Nala estaría más tranquila. La mayoría de zonas azules están desiertas e incluso son gratuitas.

Itinerario

Dedicamos 4 días al Parque Nacional Cinque Terre y algún pueblo más, en una ruta de sureste a noroeste entrando por La Spezia y acabando en Portofino, cercano a Génova, para el último día volver a casa.

Día 1 Portovenere y Riomaggiore

Día 2 Corniglia, Manarola y Vernazza

Día 3 Monterosso al Mare y Levanto

Día 4 Portofino

Alojamiento

Si bien resulta algo caro alojarse en alguno de los cinco pueblos, la mayoría opta por hacerlo en La Spezia y utilizarlo como base durante los días de recorrido. Nosotros decidimos hospedarnos justo al otro lado, entre Bonassola y Levanto, dos pueblos a las puertas del Parque Nacional Cinque Terre y que disfrutan de algunos paisajes bonitos a la orilla del mar.

El lugar elegido fue La Francesca, un complejo perteneciente a Bonassola pero que se sitúa en un acantilado a las afueras del pueblo y que goza de una naturaleza y un paisaje mediterráneo extraordinario.

             

                

El lugar consta de un edificio principal con apartamentos funcionales y equipados con cocina donde estuvimos nosotros, siempre con vistas al mar y parking disponible.  A parte, una pequeña carretera va bajando el terreno empinado recorriendo decenas de casetas tipo bungalow construidas sobre pilotes y con una gran terraza con vistas. Nosotros fuimos en pleno invierno, pero para el verano dispone de pistas de tenis, fútbol, un pequeño supermercado y un restaurante situado abajo del todo frente al mar. Se puede acceder perfectamente a pie a una cala privada resguardada entre rocas y muy tranquila, aunque por supuesto en pleno Enero no nos atrevimos a bañarnos!

Portovenere

Si bien Portovenere no pertenece al Parque Nacional Cinque Terre, bien podría ser el sexto pueblo en discordia por su belleza y cercanía al resto. Junto con las islas Palmaria, Tino y Tinetto situadas en frente, sí que están incluidos en la Unesco y es aquí donde finaliza el Golfo de La Spezia o más conocido como Golfo de los Poetas con el pueblo de Lerici a la palestra.

A Portovenere no llega el tren pero hay un bus que conecta desde La Spezia por una estrecha carretera de 13 km bordeando el golfo. Llegamos y aparcamos justo en el paseo maritimo y la primera imagen que obtuvimos fue la denominada Palazzata a Mare. Se trata del conjunto de casas de colores más reconocible de este pueblo, una sucesión de edificios estrechos frente al puerto y que hoy en día lo ocupan distintas terrazas y restaurantes. A esas horas de la mañana todavía no había nadie y el único ruido era el de las gaviotas que por allí andaban en busca de migajas.

Siguiendo hasta el final las casas llegamos hasta un promontorio metido en el mar donde se sitúa la iglesia gótica de San Pietro, de franjas negras y blancas. Se puede visitar el interior y subir al tejado desde donde se obtienen vistas de la costa de Liguria. Justo al lado está también la gruta del poeta inglés Byron que cruzó desde aquí a nado todo el golfo hasta Lerici el muy loco…

                                     

Seguimos callejeando por algunas bonitas calles del centro, situado detrás de la Palazzata y donde la tranquilidad se establece hasta llegar a la iglesia de San Lorenzo. Más arriba encontramos el Castillo Doria, que domina desde las alturas el pueblo junto con las murallas que llegan de nuevo hasta el puerto. Desde aquí se obtiene una magnífica vista de San Pietro y de la isla Palmaria.

                      

Viendo que todavía era temprano cogimos de nuevo el coche y tomamos la carretera Strada Provinciale delle Cinque Terre que recorre todos los pueblos del parque hasta salir a Levanto donde teníamos el alojamiento.

Riomaggiore

La carretera que recorre el parque se sitúa a cierta altura y desde ella se ven bonitas vistas del Mediterráneo. La cosa se complica cuando se toman las salidas de esta hacia los pueblos donde una carreterita minúscula y llena de curvas se dispone a bajar una altura de varios cientos de metros. Aunque la distancia sea escasa de un par a 6 km, dependiendo del pueblo, aquello no tiene nada que envidiar a las Alpujarras en cuanto a curvas se refiere.

                

Es el pueblo situado más al sur, y si bien es difícil elegir uno entre todos, podemos decir que fue de los que más nos gustó por su emplazamiento. Llegamos a la parte más superior del pueblo que como su nombre indica se sitúa en el valle del Rio Maggiore y está construido alrededor de su curso.

Las casas del casco antiguo están literalmente colgadas de una fuerte pendiente y cada una de un color, distintivo de los pueblos de esta zona. No llevábamos escuadra y cartabón pero diríamos que quizá fuese el pueblo con más pendiente de todos. Un conjunto de escaleras y puentes interconectan las callejuelas del casco histórico con las casas situadas más arriba y alrededor.

En el centro se sitúa la iglesia y la plaza donde sólo se escuchaba a los niños que jugaban y se respiraba una paz inmensa. Se veía ya el pequeño puerto más abajo y el mar como telón de fondo.  Los últimos niveles hasta llegar al agua fueron algo complicados para la pequeña Nala y no tuvimos más remedio que tomarla en brazos para que no se lastimara bajando esos enormes escalones.

Ya una vez abajo, el mar llegaba con calma al pequeñito puerto que se enclaustra en medio de las dos pendientes de casas. El tiempo estaba siendo benévolo y no hacía nada de frío, así que pudimos acercarnos sin problemas a las rocas desde las cuales se ve el típico panorama de postal. Algunas barquitas yacían tranquilas en el muelle y los pescadores trabajaban sus redes mientras que otros tiraban de caña.

Poco faltaba para que el Sol se pusiese, así que decidimos retomar la ruta y llegar hasta Bonassola donde nuestro apartamento en La Francesca nos esperaba. Nos acercamos al pueblo de Levanto para poder comprar en un supermercado algunas provisiones, ya que podíamos cocinar en el apartamento sin problema. El primer día había sido bastante productivo y el día siguiente no sería para menos.